ÓSCAR DOMÍNGUEZ G.
EL MUNDO DE SOFÍA MO
Por ÓSCAR DOMÍNGUEZ G. | El Colombiano. Publicado el 13 de septiembre de 2012
El diccionario está incompleto. Le hace falta el verbo ennietecer. Lo propongo con acepciones: tr. Coleccionar nietos. / 2. Envejecer con nietos respirándonos en la nuca. /3. Graduarse de alcahueta y/o hacer el ridículo cuando el nieto llega a la tierra prometida (=pecho) de sus abuelos.
El abuelazgo , que tampoco acepta el diccionario (incluye abuelazón), rejuvenece. Ser abuelos equivale a ahorrarse el tratamiento contra la vejez de la doctora Aslan. El nieto es un baloto de ternura. Pone patas arriba cualquier hoja de vida.
Ser abuelos es mejor que comer con las manos. Como “dueño” de tres nietos recomiendo paciencia a los autoproclamados abuelos estériles .
Hablo de paciencia porque las parejas actuales suelen encargar tarde. Generalmente lo hacen cuando ellas se asoman a los cuarenta. Eso nos permite a los abuelos modernos ejercer también de bisabuelos.
Nuestra tercera nieta, Sofía Mo , SM, nacida en Río de Janeiro, cumple hoy una eternidad de 40 días. Mantiene los ojos abiertos como un dos de oros para no perderse detalle.
A su “edad” ha tenido varias conferencias por Skype con sus primos australianos Mateo y Patrick George, con quienes compartirá estrellato y mimos. A falta del contacto directo que propicia el beso y el abrazo, bueno es el impersonal Skype.
SM ya cometió su primer pecadillo: envidia a sus primos por vivir en Melbourne, la ciudad con mejor calidad de vida en el mundo. Menos mal en su ADN viene la información de que “Río es ciudad corruptora de mayores”, según Ruy Castro , y que Brasil “no es para principiantes”, al decir del compositor Tom Jobim .
En sus ratos de ocio, o sea a toda hora, suelta estruendosos do de pecho para exigir que su vaquita Holstein (mamá) abra el grifo de la leche.
La carioquita no hace otra cosa que estrenar. No repite pinta, como las divas que presentan las noticias de farándula.
Todo el mundo le encuentra parecidos: que es el papel carbón de Joshua, el taita, y de sus abuelos paternos; que no, que hasta el pabellón de la oreja es marca Duque. (En Brasil las personas llevan el apellido de la madre. El abuelo se curó en salud con el apodo que le tiene cuando la ve ejerciendo como bella durmiente: Plácida Domínguez).
Su padre le canta en desafinado inglés de Cleveland; la madre y la abuela en español paisa-bogotano; le ponemos música de Cesaria Evora o Gilberto Gil para irla acostumbrando al portugués, esa “lengua sin hueso”.
Mientras tanto, se hace entender en su esperanto, el llanto. Lo habla perfecto. Sobra decir que en su casa se hace lo que nosotros le obedecemos. Es una deliciosa dictadora con chupo.
Para su entorno es más importante que el relajado Cristo de Corcovado y el Pan de Azúcar juntos. Mejor paro. No es cristiano contar plata delante de los pobres.
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